Insértenme el microchip del Anti-Virus: ¡YA!

Artículo de Lectura en ⌚ 5´
_______Autora: Ana V. Hinojosa García. 
Twitter: @AVHinojosaG
Toda esta semana he estado calculando a qué hora sería mejor cocinar, poner la lavadora, el lavavajillas, encender la tele, el portátil, la radio y hasta el horno.

La verdad es que hace Calor, tanto calor que apetecen alimentos frescos, sin usar la electricidad. Ponerse ropa fresquita y poca, que también ahorra en ropa sucia acumulada. El lavavajillas tampoco es imprescindible si bebes el gazpacho (por ejemplo) en el mismo vaso de batirlo.

La tele, total, para lo que echan, mejor ir al bar, que allí suele haber prensa o cotilleo, el fútbol en súper pantalla y para informarse de las últimas noticias de mayor relevancia en los chascarrillos de la gente con la que se brinda por la vuelta a las cañas.

El portátil tampoco es necesario, desde que terminó el estado de alarma, vuelve a ser sustituible por las relaciones sociales donde celebrar aforos ilimitados de cuerpos con ganas de ligoteo, a consumo de alcohol no hidro-alcohólico con botellas de a litro.

Y la radio, es algo pasado de esta moda donde la actualidad se encuentra cada noche en las calles que recobran sus rugidos a motor, pitadas o subwoofer, entre el vocerío típico del “me da lo mismo la hora que sea mientras yo no esté durmiendo”.




El lunes me vacunan. Sí, soy una de esas personas que piensan que sirve la investigación y la ciencia para que la salud sea quien controle una pandemia que se extendió por todo el Mundo con consecuencias a pérdidas de vidas desastrosas, recesiones económicas que retrotraen a una post guerra para la mayoría de los mortales que pagan por el aire que respiran (y nunca mejor dicho) y que en contaminación, catástrofes naturales y devastación del ecosistema ya está de nuevo tomando las riendas nuestra especie, en basuraleza que extermina todo lo que permite la Vida en nuestro hogar común (también).

Curiosamente será en el parque de Bomberos...

Estamos deseando de ligar, eso se nota. En unas semanas al fin nos quitaremos la mascarilla y la sonrisa será de nuevo el mejor atributo a lucir, antes incluso que la mirada, que necesita tener las dioptrías controladas a lente de supervisión, mejor en las distancias más cortas (como dijo Brumel, el anuncio para los muy machotes...¿recuerdas?).

La apertura de puertas al turismo ya da su bienvenida a brazos abiertos. Los viajes del IMSERSO están reservando asiento en el bus, y pronto terminará el calendario escolar. Comenzarán las vacaciones para aquellas personas que puedan descansar en el mar, de sus segundas residencias, en sus aviones privados o públicos a otros países hacia hoteles de pulsera en mano, sobre un gran flotador de unicornio o el animal que el personaje famoso de turno cuelgue en sus selfies de doscientos millones de likes virales, flotando sobre una azul clorada piscina de crucero o particular, como el patio de mi casa (recuerdo por la canción de mi feliz infancia).

Yo aún no tengo planificado mi verano, ni mi otoño ni mi invierno. Eso es un lujo apto para otro tipo de élites.

Lo que sí tengo ya es la lectura que llevaré conmigo, a cualquier escapada que haga inminente, a la pesadilla de lo que espero sea aquello que hicisteis este último y terrorífico verano, que seguramente será destino a Venus, que Marte ya está demodé.

 

 Poeta, Mujer que Escribe, Observadora del Mundo y Soñadora de Cielos (Sostenibles).

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